Nueve siglos de historia y de arte
El Monasterio de la Santa Espina se encuentra en el valle cavado por el río Bajoz, en medio de los Montes Torozos. Es un lugar de silencio y de encuentro con la naturaleza y con uno mismo.
La historia del monasterio se remonta a 1147, cuando doña Sancha de Castilla, hermana de Alfonso VII, lo mandó edificar con el objetivo de que albergarse un fragmento de una espina de la corona de Cristo que le fue donada por Luis VII de Francia.
Desde su fundación, esta reliquia ha sido protegida y custodiada por diferentes órdenes religiosas y, actualmente, es un centro de formación profesional que en las temporadas vacacionales ofrece alojamiento para quien quiera disfrutar de estos magníficos parajes.
El edificio consta de dos claustros, el Regular, del siglo XII y el de la Hospedería, del siglo XVI. Alrededor de ellos se articulan las estancias típicas de un monasterio cisterciense: sala capitular, armalorium, sacristía e iglesia, todas ellas visitables.
El acceso al claustro es sin desniveles a través de la recepción. En la visita guiada se ofrece una entrada alternativa a la iglesia desde el exterior para poder recorrerla sin barreras y contemplar la Santa Espina, situada en una de las capillas.
Puedes reservar la visita guiada a través de la página web. También cuentan con audioguías gratuitas que se pueden descargar desde la misma web.
Abren durante todo el año, de martes a viernes, y ofrecen tarifa reducida para personas con discapacidad.